viernes, 31 de marzo de 2017

Puerta del Hierro

En busca del almuerzo perfecto.

Tras pasar por La Pascuala con sabor agridulce, tocaba visitar otro restaurante famoso por sus almuerzos. Puerta del Hierro, en Beniparrell.

Esta vez nos habían recomendado pedir el menú de 10€ cuyo plato principal es la carne de buey a la piedra. Sin embargo, también me habían hablado maravillas de los bocadillos y hasta del menú de mediodía.

Reservamos mesa el mismo día en el local del polígono (por ser más espacioso para ir con el carrito). Queríamos hacer un almuerzo-comida, pero el cambio del servicio lo impedía, así que fuimos 1 hora más tarde para comer. Nos ofertaron hasta 6 menús diferentes, para todos los bolsillos. Y nos quedamos con el único que no estaba en la carta. Por 18€ por persona incluía: surtido de ibérico, morcilla de Burgos con confitura de tomate, gambas a la plancha y 500 gramos de carne buey a la piedra. Más un postre y un café. (Bebida no incluida).

Empezamos con el surtido de ibéricos. No lo probé, pero mi marido da fe de que estaba muy bueno. El jamón, ibérico, lo cortaron frente a nosotros. Un detalle.



La morcilla de Burgos estaba muy buena. Tanto que cuando fui a hacer la foto solo quedaba confitura de tomate.



Las gambas tenían muy buen sabor. Pero eran demasiado pequeñas. Al pelarlas, ya sea con las manos o con los cubiertos, se echaba a perder gran parte de ellas.



En cuanto a la carne, nos sacaron entrecot y solomillo ya trinchado y preparado para ser cocinado. Estaba jugosa, tierna... deliciosa. Lo acompañamos con un plato de patatas al horno.





Acabamos con el medio kilo de carne y pasamos al postre. Se podía elegir entre una gran variedad de tartas. Al final probamos la tarta de queso y la tarta de Oreo. Dulce, dulce. Pero un día es un día.




Al no ser el menú del día, el servicio no fue todo lo ágil que nos hubiera gustado. Aun así, nos atendieron muy bien. Tanto que quisieron cobrarnos de menos (por error). Volveremos para almorzar y comer alguno de sus arroces.

viernes, 17 de marzo de 2017

Mediterránea de hamburguesas

Los que seguís el blog sabéis de mi fijación por las hamburgueserías gourmet. No obstante, siempre que hablo de alguna acabo comparándola con Mediterránea de Hamburguesas. Para mí, la mejor hasta ahora.

Tienen dos locales en Valencia. Uno frente al Mercat Central y otro en pleno barrio de Russafa (calle Sueca). Aunque suelo acudir a este segundo, esta vez os hablaré del de la Calle San Fernando.


Me gusta Mediterránea ya no solo por cómo se come, sino también por cómo te tratan y cómo te hacen sentir. Y en este caso, da igual un recinto que otro. La cara de satisfacción con la que sales del restaurante es la misma.

Desde que fui por primera vez (hace un par de años) han cambiado la carta en varias ocasiones. Sin embargo, hay platos fijos (y casi obligados). Como es el caso de las patatas bravas. De las mejores que he probado. La salsa brava es un pisto valenciano que está delicioso, acompañado de una espuma de allioli muy suave (lo digo yo, que detesto esa salsa).


Además de las bravas he probado el guacamole y los totopos, las pakoras, los langostinos crujientes (ya no están en la carta) y las croquetas de pollo (también hay de jamón), que desaparecieron de la carta... pero han vuelto. Y mejor, porque están... buenísimas.


En cuanto a las hamburguesas, he probado la japonesa (ya no está ofertada) y la valenciana, aunque mi favorita es la César. La carne de pollo está sabrosa, sabrosa... la salsa es muy suave y el tomate y la lechuga que la complementan la hacen una burger perfecta para mí (que siempre la pido sin queso y me quito el bacon).

Respecto al pan, puedes elegir americano, chapata o coca. La mayoría de veces me he declinado por el normal, aunque en las dos últimas ocasiones he pedido el de chapata y la verdad es que me gusta más.


En cuanto al resto de hamburguesas, la mayoría pueden hacerse con carne de ternera o buey. Y hay para todos los gustos. Incluso vegetariana o de pescado.

Finalmente, de la carta de postres destacaría la tarta de queso es de las mejores que he probado. Aunque el tatín de manzana no tiene nada que envidiar.


Podría seguir halagando este restaurante, pero vale la pena que lo probéis por vosotros mismos y ya me contáis.

viernes, 10 de marzo de 2017

Fue sin querer

Uno de mis propósitos este año era actualizar el blog semanalmente. Algo que, de momento, estoy cumpliendo. Pero pretendía ir cambiando la temática para no aburrir a nadie. Sin embargo esta semana me es imposible no repetir.

Y es que si en la anterior entrada os decía que ahora no busco MMP cuando participo en carreras, no mentía. Simplemente, vienen solas. Y eso es lo que pasó el domingo.

Era la segunda vez que participaba en la 10K Fem, una 10K exclusivamente para mujeres. Ya en la primera edición logré una mejor marca personal al bajar de los 54 minutos. El año pasado entrené para bajar de los 50, pero una semana antes abandoné el entreno, como ya os conté la semana pasada. Este año quería y presuponía que haría unos 55 minutos.


Comenzó la carrera. Estaba más nerviosa de lo habitual. Mi primera carrera posparto sin liebres... y, encima, me había dejado a Lucia despierta, aunque en buenas manos. Fui en busca del práctico de los 55 minutos, pero a los 500 metros ya me di cuenta de que podía ir un poquito más rápido. Ya en el kilómetro 2 encontré mi ritmo y mi grupito. El aire en contra en algunas avenidas me hizo baja el ritmo en un par de ocasiones, pero se recuperaba fácil en cuanto se ponía a favor.

No iba sobrada, pero me sentía muy cómoda. Además el nuevo recorrido ayudaba a ello (grandes avenidas, zonas muy conocidas...). En el kilómetro 8 aumenté el ritmo. No quedaba nada. En el 9 volví a apretar y cuál fue mi sorpresa al llegar a la recta de meta y ver que el crono todavía estaba por los 49 minutos. ¿Qué pasa aquí? ¿Esto puede ser verdad? No me lo podía creer y no dejaba de mirar mi reloj al mismo tiempo que sonreía... que cerca han estado los 50 minutos... Concretamente, a 8 segundos.


¡MMP! Sin entrenamiento específico, sin buscarlo, sin quererlo...

Si bien es cierto que no fueron 10 kilómetros completos, si no algo menos, también he de decir a mi favor que según mi reloj sigue siendo MMP, pues la anterior mejor marca, obtenida en la 10K Ciutat de Mislata de 2015, el ritmo fue de 5:15, mientras que esta vez me salió un ritmo medio de 5:11 min/km.

Todavía no sé cómo lo hice, si fueron los nervios, las prisas por llegar a meta y reunirme con mi hija, o que me está ayudando mucho salir a entrenar con la pequeña. Lo cierto es que, pese a todo, todavía me veo margen de mejora... ¿Será este el año en el que baje de los 50 minutos?

viernes, 3 de marzo de 2017

1 año y muchos cambios


Entre estas dos imágenes hay un año y muchos cambios. Además del evidente (el reloj), hay muchas otras diferencias. Una de los que también se nota es el tiempo.

Del 01:17:35 al 01:23:37 hay seis minutos de diferencia. Podría ser un retroceso, una involución en mi vida "runner". Pero no. Todo lo contrario. Ha pasado un año de cambios radicales y esos 6 minutos no son nada...

Hace un año corrí la 15K Valencia Abierta Al Mar por sensaciones (mi Garmin 110 se quedó sin batería) y estas fueron muy buenas. Hice mejor marca personal. Estaba pletórica, me veía capaz de bajar de 50 minutos en la 10K que tenía el fin de semana siguiente. Sin embargo, no hubo MMP. Si no que el destino nos deparó otra gran sorpresa. Había que poner el freno a la vida "runner" para convertirme, 9 meses más tarde, en #mamirunner.

Aunque realmente no he parado, hace solo 2 meses que volví a correr, lo que se dice correr. Por eso me siento orgullosa de esos 6 minutos de diferencia. Porque son esos 6 kilos que tengo en casa revolucionándome la vida. Ya habrá tiempo para MMP. Ahora hay que entrenar cuando se pueda, ir mejorando tiempos muy poco a poco, pero sobre todo, disfrutar de esta nueva etapa.