viernes, 16 de junio de 2017

Nozomi Sushi Bar

Cuando llega una fecha especial, como es la de mi cumpleaños, intentamos visitar un restaurante nuevo y esta vez fue una sorpresa. Y es que sin saberlo hasta el último momento, el pasado día 7 celebré mis 32 años en Nozomi Sushi Bar.

Tenía muchísimas ganas de ir... me habían hablado tan bien de este restaurante japonés... Así que había que disfrutarlo. Y qué mejor que con el Menú Degustación Omakase formado por: Ensalada o sopa, tartar, usuzukuri, sashimi, 3 piezas de nigiri, 3 piezas de maki, 2 piezas de uramaki, 1 temaki y postre. 

Tras una ensalada de brotes de col a modo de aperitivo, empezamos con la sopa miso. Buenísima. Me recordó a la que tomaba en el primer japonés que visité, en Alzira (nota mental: quiero volver).



Seguimos con un tartar de bonito con aceite de sésamo y cebollino. El pescado estaba muy tierno y la combinación con el aceite era muy acertada.


El sashimi de mariscos y moluscos estaba formado por dos piezas de vieira, gamba dulce y caballa. No estoy acostumbrada a este tipo de pescados cuando como sashimi, aún así, estaba muy bueno.


El usuzukuri, una especie de carpaccio de pescado, era de dorada y estaba aliñado en aceite de trufa. Fue un visto y no visto. También un sabor diferente. 


Después llegaron los nigiris. Y ahí comencé a disfrutar de la cena. El de salmón braseado estaba espectacularmente espectacular. Me habría comido toda una bandeja. O dos.


El siguiente, de jurel con aceite de humo, también estaba de 10. Y eso que el jurel no es de mis pescados favoritos a la hora de comerlo crudo.


Y el de pez mantequilla con salsa de trufas y sal Maldon quitaba el hipo. Habría repetido unas cuantas veces sin problemas.


Entre las piezas de maki y uramaki encontramos de aguacate y salmón, y de setas shiitake. Muy buenos, aunque menos originales.


Sí que nos sorprendió el temaki de salmón crujiente (parecía su piel) y rúcula, entre otros ingredientes. Tanto por su presentación como por su sabor, perfecto.


Acabamos con una crema de jengibre, helado de dulce de leche y granizado de manzana verde que vino con una vela. Un postre refrescante y nada empalagoso para celebrar mis 32 y el fin de una gran velada. 

He de destacar también el servicio. Pese a lo tranquilo del restaurante no nos pusieron ningún problema por ir con la pequeña Lucia, que se lo pasó en grande con el ir y venir de camareros y platos. Que se vaya acostumbrando a la buena cocina...