martes, 4 de agosto de 2015

Restaurante Vertical

El 3 de agosto es una fecha especial para mí. Lo es desde que hace tres años nació mi sobrina y desde que hace dos me casé con Rafa. Es una de esas fechas señaladas que hay que celebrar sí o sí. Y lo hacemos visitando Estrellas. No, no nos vamos al planetario. Simplemente, decidimos en nuestro primer aniversario visitar un restaurante con Estrellas Michelín, y este año hemos seguido con la iniciativa, que ahora ya es una tradición. Así, hasta que se acaben las estrellas del firmamento...

En 2014 aprovechamos una promoción del 50 % en El Tenedor para visitar el Restaurante Riff, con una Estrella Michelín. Fue una grata experiencia y, además, nos salió muy bien de precio gracias a la promoción.

Este año tocaba otra Estrella valenciana. Y desde hace algún tiempo teníamos claro cuál nos llamaba la atención. Restaurante Vertical. Así que hice la reserva a través de su página web y allí que nos fuimos.

Accedimos al restaurante a través del hotel Ilunion Aqua 4, ubicado en el Centro Comercial Aqua Multiespacio de Valencia. Consecuentemente, tienes garantizadas tres horas de aparcamiento gratuitas. Está en el noveno piso del hotel y tiene unas de las mejores vistas de la ciudad.

Imagen de destinia.com

Hubo una pequeña confusión en la reserva. O lo que es lo mismo, estaba confirmada vía mail pero no se habían tomado nota en la agenda. Aun así, no hubo ningún problema para acomodarnos, a pesar de que el restaurante rozaba el 'completo'. No pudimos disfrutar de las mesas pegadas a los ventanales. Eso sí, teníamos una de las mesas más anchas de todo el restaurante.

Tomaríamos el Menú Gastronómico de Noche, consistente en tres entrantes, dos principales y dos postres. No obstante, comenzamos con unos aperitivos, los cuales acompañamos con dos cervezas.

El primer plato de aperitivos estaba formado por Esferificación de Bloody Mary, Tosta de oliva negra con caballa marinada, Air Bag de patata y bacalao Foie con gelatina al Pedro Ximénez.


De estos, me quedo con el Air Bag. O, lo que es lo mismo, una croqueta de bacalao. Deliciosa.

Completamos los aperitivos con un corte de Tartar de salmón que quitaba el hipo, una tortilla de camarones con un alioli algo fuerte de sabor para mi gusto y gambas sobre un caldo que se asemejaba al que desprenden los mejillones al vapor presentado dentro de un erizo de mar.




Sabores muy intensos todos. Y todavía quedaban siete platos por delante, que acompañaríamos con unas copas de vino blanco afrutado valenciano... El primero, el pez mantequilla. Un plato fresco, sabroso y que me recordó mucho al sashimi japonés.


El segundo de los entrantes, Herba salata. Con vieira, guisantes, espárragos trigueros... Muy bueno. Aunque, para mi gusto, los guisantes estaban demasiado duros... Este plato me recordó al plato verde de La Salita... Aunque he de reconocer que el de Begoña Rodrigo me gustó algo más. 


¡Por cierto! Tenía un toque picante... Como el resto de platos probados hasta ese momento, nos estábamos encontrando sabores muy intensos. Como el del último de los entrantes: Yema con carrillada de Ibérico y ajoarriero ahumado.


Nos recomendaron que lo mezcláramos todo antes de probarlo, como si fuera un revuelto, y así lo hicimos. Sabor, intensidad... Con este plato yo ya habría dado por cerrada la cena... ¡Y aún faltaban los dos principales y los dos postres!

Corvina con pulpo al vapor y caldo de marisco y lima. ¿Corvina? No lo había oído nunca. ¿Pulpo? ¡Bien, pulpo! ¿La combinación? Bueníssima. Fresca, algo picante... y (lo siento si me repito) muy sabrosa. La corvina, muy buena. El pulpo, sencillamente, impresionante.


El lomo de buey con reducción de zanahoria escabechada, con encurtidos y patatas soufflé fue el último de los platos principales. Y fue el mejor, sin duda. La carne estaba prácticamente cruda, pero tierna y gustosa. Los demás detalles, así como las salsas solo hacían que complementar el lomo de buey, que por sí solo ya era un señor plato.


Llegó el turno de los postres. El primero combinaba un macarrón picante con sorbete de limón y helado. La mezcla de sabores en el paladar dejaba un gusto muy agradable y fresco. Me encantó. 


El segundo de los postres es una obra de arte. Tierra de chocolate con crema de galleta, frutos rojos y champiñones de merengue y vainilla. No hace falta decir mucho más. La imagen habla por sí sola.


Subimos a tomarnos el café a la terraza/chill out. Disfrutamos de las vistas, del café y de los petit fours. Una golosina de coco, un macarrón de chocolate puro y un garrapiñado. 





Dulce, muy dulce. Comida, mucha comida. Demasiada para ser una cena. Aun así, había que celebrar este 3 de agosto por todo lo alto. Y así lo hicimos. Fue una gran experiencia, una velada que no olvidaremos. Y el precio, el esperado, 82 € por persona.