sábado, 29 de julio de 2017

Entrenamiento cruzado

Como os contaba la semana pasada, desde el pasado 21 de junio estoy llevando a cabo lo que en el argot deportivo se conoce como entrenamiento cruzado. Aunque os dejo un par de enlaces (aquí y aquí) con más información al respecto, os cuento a grandes rasgos en qué consiste: practicar otro deportes antes o durante un entrenamiento exigente.

En mi caso, decidí que el verano era la estación idónea para practicar natación y los cursos intensivos de la Escuela Deportiva Municipal de mi pueblo me ayudaron a tomar la decisión. En un principio iba a apuntarme a un curso de perfeccionamiento de 13 días, pero al final se convirtieron en 26.
Durante ambos cursos me di cuenta de que, nadando, tenía y tengo muchos vicios y manías que habrá que curar con el tiempo, que soy capaz de bucear más de 17 metros y que me gusta nadar. Qué pena que deteste ir en bicicleta, si no...


Lo cierto es que prácticamente he ido todos los días corriendo a natación. Hacía entre 1 y 4 kilómetros que me servían para no perder el ritmo "runner". Y es que hasta el fin de semana pasado no nos habíamos apuntado a ninguna carrera este verano.

Pero este último hicimos doblete. ¡Y qué doblete! El viernes, en la 5a Volta a Peu i Caminata d'Alcàsser, de 7,6 kilómetros, quedé primera en la categoría femenina. Aunque me quedé sin premio, puesto que era una carrera benéfica.


El premio fue más a nivel individual, personal. Como lo fue también el sábado en el VII 10K Sense Límits Aldaia. Por primera vez, desde que salgo a correr, bajé de los 50 minutos en un 10K. ¡Y sin entrenamiento específico! Fue muy emocionante entrar en meta y ver cómo el cronómetro iba restando los segundos hasta alcanzar los 50 minutos...


Ahora, a partir de agosto, se acabó el recortarle segundos al reloj... hay que pensar en sumar kilómetros a las zapatillas. Ya os iré contando.

Por cierto! En diciembre (si no antes) retomaré la natación. ¿Me atreveré con la bicicleta?

sábado, 15 de julio de 2017

Submarino

Lo sé, dije que iba a escribir una vez por semana. Pero hay viernes que me es imposible rascar ni cinco minutos al reloj. Y más estas últimas semanas, en las que he comenzado un curso de natación. Pero eso es otro tema que abordaré en breve.
De momento os cuento mi visita a Submarino, el restaurante por excelencia de l'Oceanogràfic. Estuve ya hace bastantes años y esta pasada semana volví. No recuerdo cómo fue la primera vez, solo sé que en esta ocasión salí muy satisfecha.

Reservé por El Tenedor el menú de 45 € que incluye dos entrantes, un plato principal y un postre. En el precio, por supuesto, se incluye el estar rodeado de mantas tiburones y otros peces durante todo el servicio.

Para empezar nos sirvieron un chupito de gazpacho. Lo probé. No me gustó. No me gusta el gazpacho.


Entre los seis entrantes que había para elegir  (Steak tartar de buey con un toque de curry rojo; cremoso de parmesano y queso de cabra, ceniza, ensalada de hojas de mostaza y aguamiel cítrica; pulpo ahumado con minivegetales; tataki de atún a la brasa con salsa kabayaki y mango con un toque picante; huevo a baja temperatura con una crema suave de queso comté y trufa; y guiso tradicional de manitas de cerdo con cigala al vapor), yo me qué con el steak tartar de buey con un toque de curry rojo y el pulpo ahumado con minivegetales. El primero estaba sabroso, tierno, jugoso y algo picante. Perfecto. El pulpo estaba muy bueno, aunque no lo llegué a saborear como es debido.



Probé el tataki de atún a la brasa con salsa kabayaki y mango con toce picante y quitaba el hipo. El huevo a baja temperatura con una crema suave de queso comté y trufa también tenía muy buena pinta. También pasó por la mesa el cremoso de parmesano y queso de cabra, ceniza, ensalada de hojas de mostaza y aguamiel cítrica.




También podíamos elegir el plato principal entre lubina ahumada con hinojo y mantequilla; lomo alto a la parrilla con parmentier de patata; arroz de bogavante; y arroz de carabineros y ajos tierno. Yo opté por el arroz de bogavante.



¡Qué bueno estaba! Y menudo plato... Era una ración más que cumplida de arroz, con su medio bogavante incorporado. Realmente, delicioso.

La lubina ahumada con hinojo y mantequilla también estaba muy tierna y sabrosa (pero no llegué a tiempo de hacer la foto.

Entre los postres (panchineta de crema de vainilla con frambuesas; sopa de jengibre, sorbete de lichys y azúcar moscovado; crema de cuajada de flor de azahar con sorbete de naranja y flores; Tatín fría de peras con canela), la panchineta de crema vainilla con frambuesas fue el postre elegido por mí. La mezcla del dulce de la tartaleta con y el ácido de los frutos rojos (iba acompañada por un helado de fresa) me encantó.


La sopa de jengibre, sorbete de lichys y azúcar moscovado también se caracterizaba por el contraste de sabores. Me sorprendió la tatín fría de peras con canela. Nada que ver con una tarta tatín convencional.


En definitiva, salí muy contenta. Y más, si después de comer te puedes dar una vueltecita por l'Oceanogràfic, visitar a pingüinos, morsas y belugas y, de paso, rebajar la comida.