Lo sé, dije que iba a escribir una vez por semana. Pero hay viernes que me es imposible rascar ni cinco minutos al reloj. Y más estas últimas semanas, en las que he comenzado un curso de natación. Pero eso es otro tema que abordaré en breve.
De momento os cuento mi visita a Submarino, el restaurante por excelencia de l'Oceanogràfic. Estuve ya hace bastantes años y esta pasada semana volví. No recuerdo cómo fue la primera vez, solo sé que en esta ocasión salí muy satisfecha.
Reservé por El Tenedor el menú de 45 € que incluye dos entrantes, un plato principal y un postre. En el precio, por supuesto, se incluye el estar rodeado de mantas tiburones y otros peces durante todo el servicio.
Para empezar nos sirvieron un chupito de gazpacho. Lo probé. No me gustó. No me gusta el gazpacho.
Entre los seis entrantes que había para elegir (Steak tartar de buey con un toque de curry rojo; cremoso de parmesano y queso de cabra, ceniza, ensalada de hojas de mostaza y aguamiel cítrica; pulpo ahumado con minivegetales; tataki de atún a la brasa con salsa kabayaki y mango con un toque picante; huevo a baja temperatura con una crema suave de queso comté y trufa; y guiso tradicional de manitas de cerdo con cigala al vapor), yo me qué con el steak tartar de buey con un toque de curry rojo y el pulpo ahumado con minivegetales. El primero estaba sabroso, tierno, jugoso y algo picante. Perfecto. El pulpo estaba muy bueno, aunque no lo llegué a saborear como es debido.
Probé el tataki de atún a la brasa con salsa kabayaki y mango con toce picante y quitaba el hipo. El huevo a baja temperatura con una crema suave de queso comté y trufa también tenía muy buena pinta. También pasó por la mesa el cremoso de parmesano y queso de cabra, ceniza, ensalada de hojas de mostaza y aguamiel cítrica.
¡Qué bueno estaba! Y menudo plato... Era una ración más que cumplida de arroz, con su medio bogavante incorporado. Realmente, delicioso.
La lubina ahumada con hinojo y mantequilla también estaba muy tierna y sabrosa (pero no llegué a tiempo de hacer la foto.
Entre los postres (panchineta de crema de vainilla con frambuesas; sopa de jengibre, sorbete de lichys y azúcar moscovado; crema de cuajada de flor de azahar con sorbete de naranja y flores; Tatín fría de peras con canela), la panchineta de crema vainilla con frambuesas fue el postre elegido por mí. La mezcla del dulce de la tartaleta con y el ácido de los frutos rojos (iba acompañada por un helado de fresa) me encantó.
La sopa de jengibre, sorbete de lichys y azúcar moscovado también se caracterizaba por el contraste de sabores. Me sorprendió la tatín fría de peras con canela. Nada que ver con una tarta tatín convencional.
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