Ya queda menos para la próxima edición de la Wings For Life World Run... mientras tanto, solo me queda recordar la que acabamos de celebrar. Ya os conté en qué consiste la prueba y cuál fue el ambiente vivido. Ahora toca narrar mi experiencia personal. Y, sinceramente, no sé por dónde empezar...
Comenzaré diciendo que me apunté a la prueba con la intención de hacer entre 18 y 20 kilómetros. Todo lo que fuera superar esa cifra ya era un logro. Sin embargo, me quedé en los 5,82. Y también fue un logro. No la hice corriendo, no. La hice andando. ¿Por qué? Porque tenía prohibido correr por prescripción médica.
Me ha costado lo mío, pero desde el pasado 2 de marzo el 'running' ha quedado apartado. ¿Lesionada? Se podría decir que sí... pero, en realidad, el motivo de mi "retirada" es una pequeñita runner que, si todo va bien, nacerá a finales de octubre.
Así que, durante los primeros meses se acabaron las carreras, los entrenamientos de cuestas, las series, etc. Tocaba practicar otro tipo de deportes en los que no existiera impacto. Entre ellos, andar. Y aunque renuncié a muchas carreras, a las que me apunté cuando comenzó el año (ya haré una entrada sobre ello...), no podía quedarme sin participar en una prueba que llevaba esperando todo un año.
Lo admito, en la salida quise echar a correr |
Aunque hice la Wings For Life andando, fue igualmente emocionante. Sobre todo, el momento en que se acerca peligrosamente el Catcher Car... Lo hizo poco antes de llegar al kilómetro 6. Por delante le quedaban cientos de corredores a los que alcanzar, como mi marido, que llegó hasta el 33.
Esperando la próxima edición |
Y ahora ya se puede entender por qué últimamente no visito tantos restaurantes, no comento tantas carreras... Ya os iré contando.
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