jueves, 18 de enero de 2018

Viva Mascaraque

No hay nada mejor que aprovechar un viaje a la capital para borrar otro restaurante de mi lista de "pendientes". Esta vez tocaba visitar el concurrido barrio de El Carmen. Mira que me gusta poco ir a comer a dicha zona porque es imposible aparcar y casi siempre acabas perdido entre callejones. Pero tiene su encanto... además de cientos de locales de restauración que valen la pena. Entre ellos Viva Mascaraque.


Supe de él a través de Instagram (@vivamascaraque) y algo me decía que no me iba a defraudar. Encima, lo encontré por El Tenedor con una puntuación de 9,1 sobre 10. Así que reservé para el pasado domingo.

La carta es corta y está pensada para comer de tapeo. Sin embargo, tienen un menú de mediodía que cambia semanalmente y que consta de cuatro entrantes, un principal y dos postres. En un principio, este es el menú que nos presentaron:

Y digo "en un principio", porque por falta de género cambiaron la mitad de los platos. Un detalle que no nos importó por la calidad de los "sustitutos".

Comenzamos con un aperitivo, una oliva rellena de crema de cacahuete. No la probé. Las aceitunas no son lo mío.

Seguimos con los entrantes. El primero, aguacate, mango y salmón con pipas. Diferente y fresco. Perfecto para comenzar.


Después seguimos con uno de los platos modificados respecto al menú presentado. En lugar de la crema tibia de sepia y su carpaccio, nos ofrecieron crema de calabaza con foie rayado en kimchi. Muy dulce para mi gusto.


Me gustó mucho más las verduras en tres cocciones doradas a la pancha con huevo y ajo negro. El ajo negro venía en una pipeta. Las verduras (distinguí remolacha, zanahoria y pimiento) estaban muy tiernas.

El siguiente plato fue otra de las variaciones del menú. En lugar de ostra en tempura con mayonesa de agua de ostras, nori y codium, nos ofrecieron cocochas de bacalao con caviar de arenque y bizcocho de tarta capuchina. Un plato diferente, con gustos y texturas que combinaban muy bien en el paladar.


Pero, desde luego, el plato estrella fue el arroz. Escogimos el de conejo confitado y boletus. Y estaba... espectacular. No sobró nada. El arroz estaba en su punto y el sabor era muy meloso. En definitiva, para repetir.


En cuanto a los postres, también hubo modificaciones respecto a la carta y esta vez no nos avisaron. De hecho, me he dado cuenta al escribir esta entrada. Sí que nos presentaron la torrija de brioche con manzana caramelizada. Iba acompañada por un helado que yo identifiqué como hierbabuena o similar. Muy bueno.


Como segundo de los postres, en lugar de ser la piña, menta y merengue anunciada, nos presentaron frutos rojos glaseados de sabayón y helado de chocolate blanco. No sé cómo estaría la piña pero este estaba buenísimo.


En definitiva, los "fallos" en el menú se enmendaron con la calidad de los platos (sobre todo del arroz) y el servicio. Recomendado si estáis o pasáis por El Carmen.

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