domingo, 31 de enero de 2016

Estado puro by Paco Roncero

Desde que hay AVE Madrid-Valencia y viceversa es muy sencillo (y relativamente económico) viajar a la capital de España, aunque sea para pasar el día. Eso hice hace un par de semanas, aprovechando que se celebraba la Feria Internacional de Turismo (Fitur).

Después de cuatro horas viendo pabellones y casetas de paises y comunidades autónomas diferentes, después de recibir y recoger panfletos de todo tipo (algunos de ellos me interesan de verdad, ya os contaré), nos marchamos a la estación del AVE. Aunque de camino pararíamos a comer algo. 

Cuál fue mi sorpresa cuando iba a "tomar algo rápido" en Estado Puro by Paco Roncero. Un restaurante que no conocía (yo sueño con ir a Sublimotion...) pero que solo por ser de quién es ya me despertó la curiosad y la ilusión. 


Ambientado en la España más cañí, con peinetas y la traducción al inglés de frases "made in Spain", así se presenta este restaurante de Roncero. Un "bar de tapas" con estilo... Y qué estilo.


Croquetas de boletus, buñuelos de bacalao, muslitos de codorniz a la soja, ensaladilla rusapulpo a la gallega con espuma de patata... 









Todas las tapas estaban buenísimas. Aunque, de todas, me quedo con el pulpo a la gallega... pero por la espuma de patata... ¡estaba para mojar pan! 


De los postres, cheesecake y chocolate en texturas, me quedo con el primero. Aunque de ambos me sorprendió la originalidad de la presentación. 

En resumen, es un sitio con un ambiente jovial y distendido, un restaurante "de paso", pero con comida y productos de calidad. Recomendable si tienes una horita larga libre en Madrid y estás cerca de Atocha.

lunes, 25 de enero de 2016

Copenhagen

En agosto de 2007 mi vida dio un giro de 180 grados. Decidí, junto al que entonces era mi novio y ahora es mi marido, emprender un viaje. Nunca imaginamos que nuestras vidas iban a estar tan marcadas por aquella experiencia. Pero lo van a estar, para siempre.

Nos fuimos de Erasmus, juntos. Copenhague fue la ciudad elegida. Y aunque por entonces no sabía ni cómo se escribía correctamente la capital de Dinamarca, ahora puedo decir que esa siempre será mi segunda casa.

Por eso tenía ganas de ir al restaurante que lleva su nombre en Valencia. Consciente de que era un vegetariano y de que, posiblemente, me llevara una decepción, aproveché el 16 de enero, día en que mi vida también comenzó a dar un giro de 180 grados, para visitarlo.

Me habían hablado muy bien de él, incluso me habían dicho que en dicho local, ubicado en el barrio de Ruzafa, iba a probar los mejores platos de pasta de la ciudad. Nada más lejos de la realidad.

Comienzo por el principio. En la carta, estudiada ya desde casa, encontré platos comunes, otros que lo parecían pero no lo eran y nombres que no había escuchado nunca. Había que probar un poco de todo. Y si nos quedaba algo, ya teníamos la excusa perfecta para volver.


Como entrantes elegimos el Guacamole con nachos de yuca frita, las croquetas de gorgonzola, nueces, higos y lima, y las croquetas de boletus y avellanas tostadas.

El primero de los platos me recordó a las vacaciones en Riviera Maya. El guacamole era casero, casero. Y la yuca estaba crujiente y buena. 


Las croquetas, deliciosas. Sobre todo, las de queso gorgonzola. La de boletus, tras las primeras, carecían de sabor. Igual hubiera sido un acierto tomarlas del revés.


Como plato principal elegí la Pasta Thai de fideo udon con salsa thai y verduras al wok. Excelente. Con un ligero sabor picante que, sin embargo, no era desagradable en el paladar. Me advirtió el camarero que era un plato de digestión pesada, aun así, me atreví. Eso sí, la botella de agua fue mi mejor amiga durante toda la tarde. No obstante, repetiría.


El resto de los comensales pidieron pasta (Ravioli verde relleno de espinacas y ricotta con pesto rosa de anacardos y remolacha con parmesano y fiocchi de pera y queso pecorino con setas de temporada confitadas y base de pesto rojo) y la hamburguesa Ruzafa (Hamburguesa de soja, con tomate seco, cebolla caramelizada, mezclum y queso vegano, sobre base de polenta y patatas mediterráneas). 




Probé la "carne" de soja y no descarto que sea mi selección en una próxima visita. Aunque el arroz al curry se quedó esperándome...

También probamos varios postres. Yo elegí la New York cheesecake con mermelada de cereza.


Estaba riquísima. Aunque en la foto parezca más una tortilla que una tarta de queso, he de decir que su gusto era suave, con ese toque de limón que tanto me gusta en estas tartas. Me encantó. Tanto como la tarta de violeta (cremoso de queso con base de galleta y cobertura de caramelo de violetas). Aunque esta segunda tenía un sabor más intenso y más desconocido... Diferente.


La tarta de chocolate y puré de castaña con salsa de chocolate era una bomba de relojería. 


Quizá el que menos nos convenció, por texturas y sabores desconocidos, fue la galleta crudivegana de avena con plátano, fresa y crujiente de soja.


El trato recibido rozó la excelencia, nos recomendaron, nos ayudaron e incluso pude averiguar el porqué del nombre del restaurante... Los dueños idearon este proyecto (tienen tres establecimientos vegetarianos en Valencia) tras un viaje a la capital danesa. Y es que algo tiene Copenhague que atrae...

Porque, como la ciudad nórdica, Copenhagen me encantó. Los veganos y vegetarios tienen una cita obligada. En realidad, todos deberíamos ir alguna vez a un restaurante vegetariano… Al menos, a Copenhagen.


sábado, 16 de enero de 2016

Alejandro Platero vs Carlos Medina


Cuando acudo a un restaurante me gusta, inmediatamente después, seguir los pasos del mismo por las redes sociales. Así me entero de promociones, ofertas o eventos especiales. Eso mismo me ocurrió con Come & Calla. Solo que al poco de seguir en Facebook a dicho restaurante encontré este cartel:


Alejandro Platero, de la tercera edición de Top Chef, cocinando cara a cara con Carlos Medina, de la segunda edición del programa. No me lo podía perder. Así que reservé en cuanto pude.

El showcooking consistiría en la degustación de seis tapas y dos postres. Por el mismo precio (25€), además, se incluían un par de consumiciones. Estaba claro, cada cocinero elaboraría tres tapas y un postre. Pero, ¿cómo lo organizarían? Porque Come & Calla no es demasiado grande... Solo teníamos una pista: el evento iba ser de pie. 

Así que el miércoles allí que fuimos. Había cola y mucha gente ¿Cabremos todos ahí dentro? ¿Podremos probar todas las tapas? Demasiadas dudas que se despejaron en cuanto entramos al establecimiento. Había mucha gente, pero acceder a las tapas (y a ver el showcooking) no era demasiado complicado. Y más, cuando comenzó a dispersarse la gente entre el restaurante y la terraza.


La primera tapa que probamos fue el Run-Bing, un rollito oriental con verduras y ternera, aderezado con una salsa tipo thai, por supuesto, algo picante. Ya avisé yo que a Carlos Medina le mola el rock and roll. Estaba muy bueno, aunque algo difícil de comer, estando de pie y sin cubiertos.


La siguiente tapa de Carlos Medina es la que más me gustó de las tres. Chili Chicken. En este plato, servido dentro de un barco de bambú y acompañado por una cuchara de madera, pude diferenciar pollo, piña, frutos secos, esferificaciones de aceite de oliva Sentiments y chile (o guindilla picante). Estaba riquísimo, por la mezcla de sabores en el paladar... siempre y cuando no probaras el chile, solo apto para los más atrevidos. Más de uno acabó llorando al tomarlo...


A la última de las tapas de Carlos Medina, el Gua Bao, le faltaba y le sobraban cosas. Es el típico bocadillo taiwanés con carne de cerdo (en este caso, tocino), aderezado con una salsa picante (para variar...) y acompañado de pepino, cebolla morada y cilantro, entre otros ingredientes. Todavía no sé cómo lo probé porque, a excepción del pepino, no me gusta ninguno de los ingredientes por separado. El más flojo de sus tres platos.


Después pasamos a las tapas de Alejandro Platero. Si en un dominaban los platos asiáticos, en este otro eran los sabores de la tierra, de Valencia, los que predominaban.

La primera de ellas, Costillas Bravacoa. Nada más lejos de la realidad, costillas con salsa barbacoa, pero algo picante como la brava. Sí, las probé. Y estaban buenísimas. Un día es un día...


Esta segunda tapa era más 'valenciana' todavía. Valencian Hot Dog. O lo que es lo mismo, un bocadillo con una pieza de embutido rellena de carne de longaniza, de botifarra y habas, aderezada con una mostaza muy rica y cebolla crujiente. Original y muy bueno.


Sin duda, la mejor de las tapas de Platero fue el Pepito Pisto lo visto. Recordaba a los buñuelos de fallas o incluso al pan chino... Por dentro, una salsa de pisto (pimientos, tomate, cebolla, etc.) que quitaba el hipo. Sencillamente, espectacular.


Estábamos totalmente saciados y todavía faltaban los postres. El primero me recordó al que tomamos en Komori. Helado de jengibre, sobre una gelatina refrescante y cubierto por tierra de cacao. Excelente.


El segundo, una tarda de queso o requesón que no me gustó tanto. Apenas lo probé.


Nos invitaron a café y a los chupitos, de Agua de Valencia


No estaba incluido en el precio, pero casi. La foto con Alejandro y con Carlos era prácticamente obligatoria. Fue una gran noche. Ahora solo hay que esperar a un nuevo evento. ¡Habrá que estar atentos!