Cuando acudo a un restaurante me gusta, inmediatamente después, seguir los pasos del mismo por las redes sociales. Así me entero de promociones, ofertas o eventos especiales. Eso mismo me ocurrió con
Come & Calla. Solo que al poco de seguir en Facebook a dicho restaurante encontré este cartel:
Alejandro Platero, de la tercera edición de Top Chef, cocinando cara a cara con Carlos Medina, de la segunda edición del programa. No me lo podía perder. Así que reservé en cuanto pude.
El showcooking consistiría en la degustación de seis tapas y dos postres. Por el mismo precio (25€), además, se incluían un par de consumiciones. Estaba claro, cada cocinero elaboraría tres tapas y un postre. Pero, ¿cómo lo organizarían? Porque Come & Calla no es demasiado grande... Solo teníamos una pista: el evento iba ser de pie.
Así que el miércoles allí que fuimos. Había cola y mucha gente ¿Cabremos todos ahí dentro? ¿Podremos probar todas las tapas? Demasiadas dudas que se despejaron en cuanto entramos al establecimiento. Había mucha gente, pero acceder a las tapas (y a ver el showcooking) no era demasiado complicado. Y más, cuando comenzó a dispersarse la gente entre el restaurante y la terraza.
La primera tapa que probamos fue el Run-Bing, un rollito oriental con verduras y ternera, aderezado con una salsa tipo thai, por supuesto, algo picante. Ya avisé yo que a Carlos Medina le mola el rock and roll. Estaba muy bueno, aunque algo difícil de comer, estando de pie y sin cubiertos.
La siguiente tapa de Carlos Medina es la que más me gustó de las tres.
Chili Chicken. En este plato, servido dentro de un barco de bambú y acompañado por una cuchara de madera, pude diferenciar pollo, piña, frutos secos, esferificaciones de aceite de oliva
Sentiments y chile (o guindilla picante). Estaba riquísimo, por la mezcla de sabores en el paladar... siempre y cuando no probaras el chile, solo apto para los más atrevidos. Más de uno acabó llorando al tomarlo...
A la última de las tapas de Carlos Medina, el Gua Bao, le faltaba y le sobraban cosas. Es el típico bocadillo taiwanés con carne de cerdo (en este caso, tocino), aderezado con una salsa picante (para variar...) y acompañado de pepino, cebolla morada y cilantro, entre otros ingredientes. Todavía no sé cómo lo probé porque, a excepción del pepino, no me gusta ninguno de los ingredientes por separado. El más flojo de sus tres platos.
Después pasamos a las tapas de Alejandro Platero. Si en un dominaban los platos asiáticos, en este otro eran los sabores de la tierra, de Valencia, los que predominaban.
La primera de ellas, Costillas Bravacoa. Nada más lejos de la realidad, costillas con salsa barbacoa, pero algo picante como la brava. Sí, las probé. Y estaban buenísimas. Un día es un día...
Esta segunda tapa era más 'valenciana' todavía. Valencian Hot Dog. O lo que es lo mismo, un bocadillo con una pieza de embutido rellena de carne de longaniza, de botifarra y habas, aderezada con una mostaza muy rica y cebolla crujiente. Original y muy bueno.
Sin duda, la mejor de las tapas de Platero fue el Pepito Pisto lo visto. Recordaba a los buñuelos de fallas o incluso al pan chino... Por dentro, una salsa de pisto (pimientos, tomate, cebolla, etc.) que quitaba el hipo. Sencillamente, espectacular.
Estábamos totalmente saciados y todavía faltaban los postres. El primero me recordó al que tomamos en
Komori. Helado de jengibre, sobre una gelatina refrescante y cubierto por tierra de cacao. Excelente.
El segundo, una tarda de queso o requesón que no me gustó tanto. Apenas lo probé.
Nos invitaron a café y a los chupitos, de Agua de Valencia.
No estaba incluido en el precio, pero casi. La foto con Alejandro y con Carlos era prácticamente obligatoria. Fue una gran noche. Ahora solo hay que esperar a un nuevo evento. ¡Habrá que estar atentos!